Los libros son como las hogueras que empujan la noche hacia el bosque

Una escritura tersa y precisa, de emoción contenida, marca el estilo de Sandra De Falco. La infancia, la soledad, el abuso, la callada aureola doméstica, el crimen, la relación entre madres e hijas, son algunos de los temas hilvanados por esta certera voz narrativa, voz atenta a aquel detalle que revelará una situación completa o precipitará el destino de un personaje. Una mirada, en apariencia apacible, se diría que indiferente, recorre la realidad circundante, hasta que en un repliegue del relato nos espera un escalofrío, como en “El temblor”, o la hondura oculta de un sentimiento, como en el cuento que da título al libro o el solapado avance del fracaso como en “La lámpara”. Leer los cuentos de La memoria es como el agua es traspasar las apariencias inocentes de la realidad más cotidiana para acceder al revés inesperado de la trama. Cuentos de fuerza contenida que, como toda buena literatura, provocan la feliz complicidad del lector.


Sylvia Iparaguirre

La Memoria es como el agua

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Una escritura tersa y precisa, de emoción contenida, marca el estilo de Sandra De Falco. La infancia, la soledad, el abuso, la callada aureola doméstica, el crimen, la relación entre madres e hijas, son algunos de los temas hilvanados por esta certera voz narrativa, voz atenta a aquel detalle que revelará una situación completa o precipitará el destino de un personaje. Una mirada, en apariencia apacible, se diría que indiferente, recorre la realidad circundante, hasta que en un repliegue del relato nos espera un escalofrío, como en “El temblor”, o la hondura oculta de un sentimiento, como en el cuento que da título al libro o el solapado avance del fracaso como en “La lámpara”. Leer los cuentos de La memoria es como el agua es traspasar las apariencias inocentes de la realidad más cotidiana para acceder al revés inesperado de la trama. Cuentos de fuerza contenida que, como toda buena literatura, provocan la feliz complicidad del lector.


Sylvia Iparaguirre

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