Los libros son como las hogueras que empujan la noche hacia el bosque
La enamorada del muro es un libro de cuentos de mujeres que les pegan a sus hijas en navidad para sacarse la bronca de su propia infancia, mujeres que tienen hijos preferidos y se lamentan de haber tenido varones, que patean animales; mujeres CIS orgullosas de su sangre menstrual frente a la travesti que amenaza la farsa de la familia heteromonogámica, mujeres que se besan con la señora que cuidan, que se esfuerzan por festejarle el cumpleaños al nene, mujeres que aplauden después de cojer como quien festeja el asado del domingo, de puro patéticas, tipas blancas de clase media, desesperadas por aferrarse a los privilegios que nunca son suficientes para llenar el vacío, mujeres a las que “les falta peronismo”, mujeres enredadoras que trepan borrachas a la frustración que deja meter los cuernos o que te los metan, mujeres que se prometen ya no decir palabras que hieran a los demás porque “el silencio siempre es mejor que cualquier palabra dicha de apuro” pero que por supuesto hablan, y con este acto fallan y no hay nada que nos guste más como lectorxs que personajes a los que las cosas les salen mal. Macarena Moraña lo sabe y así las salva de ese lugar pasivo del megustacuandocallas al que las ha condenado la historia. Es arriesgado decir que es un libro de literatura femenina en tiempos en los que todavía ese término es sinónimo de débil, bello, delicado, de verano pasatista, subgénero frente al todo hegemónico masculino con el cual se compara y sin embargo eso es: un libro de cuentos femeninos, entendiendo su complejidad más carnal y dolorosa. Moraña sabe, y con La enamorada del muro lo demuestra, que lo femenino es también, siniestro.
Contratapa de Mariana Komiseroff
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